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LA ELECCIÓN DE UNA BUENA PÓLIZA PARA ASEGURAR NUESTRO CLÁSICO TIENE MÁS IMPORTANCIA DE LO QUE PARECE: VALE LA PENA DEDICARLE A SU ELECCIÓN EL TIEMPO NECESARIO, TENIENDO CLARO QUÉ TIPO DE SEGURO NECESITAMOS, CUÁL SERÁ SU COBERTURA Y CUANTO ESTAREMOS DISPUESTOS A PAGAR POR ELLO

La incorporación de un nuevo vehículo clásico (moto o coche) a nuestro garaje, o la ampliación de nuestra flota, es motivo de alegría y satisfacción para cualquier aficionado al mundo del motor. Sin embargo, también conlleva nuevas obligaciones y gastos, que hay que estudiar y analizar con detalle para que no se conviertan en un quebradero de cabeza para nosotros. La opinión y experiencias de otros aficionados, muchas veces agrupados en clubes nos pueden resultar muy útiles; no será raro que las experiencias que podamos vivir sean más frecuentes de lo que parece en este mundillo y que al compartirlas puedan resultar de interés para otros amantes de los clásicos.

Entre estas nuevas obligaciones figura la de asegurar al nuevo vehículo, cumpliendo con la normativa vigente. Muchas corredurías de seguros ofrecen pólizas especialmente pensadas para nuestros clásicos, e incluso para los que pronto lo serán (youngtimers). Partiendo de las coberturas básicas (terceros), se ofrecen paquetes muy interesantes a precios muy ajustados, claramente más económicos que las pólizas pensadas para vehículos de uso diario.

Estos precios más ventajosos tienen su razón de ser, y que es importante recordar para no llevarnos desengaños: se parte de la base de que el tomador de esa póliza de seguros de motos clásicas o de coches históricos no utilizará ese vehículo a diario, que tendrá para ello otro vehículo. También es normal que se exija que el mismo esté estacionado en un garaje, o incluso que el propietario pertenezca a un club de vehículos históricos o clásicos. Tampoco es raro que se limite el kilometraje anual que se puede recorrer. Respecto al tomador, puede exigirse que tenga una edad mínima o que cuente con el carnet de conducir un mínimo de años.

Con estas cautelas se trata de acotar al máximo el riesgo al que se va a exponer el vehículo asegurado, condición para poder ofrecer una prima lo más económica posible. Es lícito que las aseguradoras y sus corredurías establezcan estas cláusulas, pensadas para evitar el fraude y ofrecer el mejor servicio.

Tentados por un precio atractivo podemos caer en la tentación de pensar que éste es lo único que nos debe importar; ciertamente es importante, pero hay otros aspectos que debemos considerar en caso de tener que recibir asistencia en ruta o tener que gestionar una reparación cubierta por el mismo. Pueden plantearse muchas situaciones, pero la experiencia nos lleva a fijarnos especialmente en estas:

  • En caso de necesitar una asistencia: kilometraje a partir del cual nos van a proporcionar transporte hasta nuestro domicilio para nosotros y nuestros acompañantes.
  • En caso de tener que tramitar una reparación tras un siniestro: kilometraje a partir del cual el vehículo será trasladado a un taller de nuestra elección para su reparación. Posibilidad de escoger el taller para realizar la reparación del vehículo. Tipo de piezas de recambio que serán empleadas en una hipotética reparación (nuevas, reacondicionadas, usadas). Opción de poder aportar un peritaje adicional en caso de siniestro. Valor mínimo venal que se le otorgará al vehículo en caso de sufrir un siniestro.
  • También es importante tener en cuenta la posibilidad de incorporar a la póliza como conductores habituales a personas distintas el tomador del seguro o la opción de disponer de una póliza de flota según aumente nuestra colección.
  • Tratándose de vehículos matriculados como históricos y que conserven su matrícula provincial ordinaria, que ésta pueda constar en la póliza junto a la histórica.

Estas cuestiones se regulan en las pertinentes cláusulas, generales y particulares, de la póliza y es recomendable leerlas y comprenderlas, porque llegado el momento de su aplicación práctica lamentaremos el no haberlo hecho o no haberlas comprendido en su totalidad.

Estas reflexiones me han surgido tras un verano durante el cual, al igual que muchos aficionados, he utilizado mi querido clásico para realizar un viaje de placer. Aunque en términos generales se encuentra en excelente forma, el poco uso que le doy no ha librado de sufrir pequeños percances, especialmente por la batería o pequeños golpes de chapa causados por terceros. Para subsanarlos, he tenido que recurrir dos veces a mi seguro, con el que estoy satisfecho en términos generales.

En todas estas situaciones me he enfrentado a algunas de las situaciones descritas anteriormente (que en la documentación del coche figuren dos matrículas y en la póliza sólo una, poder elegir taller para efectuar una reparación, no tener derecho a transporte para mí hasta mi domicilio por no llegar al mínimo kilometraje establecido, etc).  Algunas de estas situaciones las he asumido al ser conocedor de las mismas y otras, he de reconocerlo, me han pillado de sorpresa con lo cual la asistencia para mí se ha convertido en un desagradable incordio. Y todo por no haber leído las condiciones particulares de las pólizas con todo el detalle que se merecían o los comunicados recibidos notificándome cambios en las condiciones particulares de la póliza contratada.

Por ello, es importante no dejarnos guiar sólo por el precio cuando decidimos asegurar nuestro clásico por primera vez o cambiar nuestra póliza. La solvencia del corredor de seguros y de la compañía aseguradora, la rapidez para contratar la póliza, la experiencia de sus tramitadores para tratar vehículos tan especiales como nuestros clásicos, la atención prestada durante una asistencia, la eficacia a la hora de peritar un siniestro, la opción de pedir una segunda opinión, la fluidez en la comunicación con el tramitador de nuestro siniestro, etc, son cuestiones muy importantes para disfrutar de nuestro vehículo con tranquilidad y sin sustos imprevistos.

En el mercado español una gran variedad de corredurías de seguros, como Segur Classic, ofrecen servicios ajustados a todas las necesidades y bolsillos. Vale la pena armarse de paciencia y leer bien las condiciones de las cláusulas que nos presentan, comprendiendo el alcance y significado de todas ellas; tener claro lo que necesitamos, para qué lo necesitamos y cuanto estamos dispuestos a pagar para ello. Y ante la menor duda, consultar para evitar la contratación de un servicio que cuando más falta nos haga, no se ajuste a nuestras necesidades.

Fuente: Juan Inigo Ros

Fotografía: Juan Inigo Ros

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