EPE ROBLEDO FUE UNO DE LOS GRANDES FOTÓGRAFOS DE LA PROFESIÓN

15.9.2021.- El pasado domingo 12 de septiembre después de una larga lucha contra el Covid Pepe Robledo falleció en Madrid. Pepe Robledo fue uno de los grandes fotógrafos de la profesión, siempre vinculado a Motor16. Descanse en paz.

Persona excelente, profesional extraordinario

“Pepe no viene de José, aunque también. En el caso de José Robledo, Pepe es realmente PEPE, las siglas de Persona Excelente Profesional Extraordinario. Nos ha dejado por culpa de esa dichosa enfermedad que está diezmando nuestra sociedad, y que nuevamente se lleva a uno de los buenos, a uno de los mejores. Pepe Robledo no era un tipo convencional, y de eso te dabas cuenta nada más conocerlo. Mi primer contacto con él fue en 1988, cuando empezamos a coincidir en carreras y presentaciones de nuevos modelos, pero nuestra relación se intensificó desde que pasé a formar parte de la gran familia de Motor 16 en 1998. Y entonces ya entendí que además de ser una persona especial era un fotógrafo como la copa de un pino. Creo que era capaz de sacar todo de un coche y de un entorno cuando miraba la escena a través de su cámara y pulsaba el disparador. Y lo pasabas bien cuando salías con él a una sesión, aunque convenía centrarse en lo que estabas haciendo porque siempre fue muy profesional. Risas, sí, pero lo primero era el trabajo. Me quedo para el recuerdo con tantas y tantas horas juntos charlando en el coche en busca de la curva perfecta y de la luz ideal. Nos llevábamos bien, y aunque los dos teníamos nuestro genio y no éramos de ceder fácilmente, acabamos compartiendo también muchos fines de semana en los que viajábamos para disfrutar de aficiones comunes, como la fotografía, en la que tanto aprendí de él, o sentarnos alrededor de una mesa con buenas viandas en cualquier rincón de nuestra geografía. Pero se ha ido, y ahora toca recordarle y, sobre todo, dar apoyo a Rocío y Álvaro, los que más pierden con su desgraciada, temprana e injusta marcha. Hasta la vista, PEPE. Descansa en Paz”.

Pedro Martín

“El 9 de septiembre de 1999 comencé mi primer trabajo serio como fotógrafo, con 19 años. Todo era nuevo para mí. Y una redacción de una publicación semanal, de referencia en el sector en España, no era en aquellos años precisamente relajada. Prácticamente a diario había producciones, y los fines de semana si no había que cubrir un rallye, había que ir a un circuito. Allí fueron casi 6 años literalmente non stop. Éramos 3 fotógrafos en nómina, llegando a ser 4 en los mejores momentos, y todos aprendimos de él. Pepe fue nuestro maestro, nuestro compañero, y nuestro amigo. Era nuestro jefe, sí. Y muy duro y tremendamente exigente. Pero gracias a eso todos los que pasamos por sus manos ahora somos lo que somos.

Seguro que ahora sigue allá donde esté haciendo fotos, esas fotos con las que con 19 años sólo soñaba y que ahora, gracias a él, soy capaz de hacer.

Gracias Pepe. Descansa en paz”.

Christian Colmenero

“Conocí a Pepe hace casi 40 años cuando entramos a trabajar en Motor 16. Pepe entró de mecánico para ayudar a su Padre el gran Ángel Robledo, pero al poco tiempo Alfonso Nieto le estaba enseñando todo lo que tenía que saber de fotografía. Pepe aprendió rápido y en pocos meses y bebiendo también del increíble trabajo realizado por Gigi Corbeta y José Antonio Díaz, comenzó a tener una visión extraordinaria e innovadora de la fotografía periodística del automóvil.  Pepe y yo tuvimos desde el minuto uno, una magnífica química. Y además de trabajo compartimos muchas cosas. Esquiamos juntos, hicimos windsurf, viajamos por medio mundo compartiendo experiencias únicas, corrimos juntos con coches de radiocontrol, nos caímos juntos en moto, hicimos todoterreno… El gran José Robledo, Pepillo para los más allegados, nos hizo las fotos de la boda y llevó a mi mujer Ana en el coche a la iglesia ese día clave. Tenía un fuerte carácter porque era todo pasión, pero era una persona bonachona y sonriente y tenía un gran corazón. A nivel profesional Pepe era exigente y muy riguroso con su trabajo. Pero sobre todo uno de los mejores fotógrafos que he conocido y que siempre buscaba la originalidad y la perfección. Desgraciadamente se nos ha ido un buen amigo y una persona maravillosa. Mi más querido recuerdo para Rocío y Alvarito, a los que les mando todo el cariño del mundo y todo mi apoyo. DEP”.

Andrés Más

“Contigo aprendí, Pepe, muchas cosas de esta profesión. Como becario de Motor16 era tu conductor para las sesiones de fotos, miles de kilómetros en los que charlábamos de coches, de lo divino y lo humano. Así pasamos algunos años, desayunando en la gasolinera de El Molar y llegando a la hora de comer a la redacción.

Siempre cuento la anécdota del primer día. Salimos a hacer las fotos de un Kia Pride -en el que apenas cabía- a una rotonda al lado de la redacción. Me vine arriba y vi el miedo en tus ojos cuando casi lo vuelco… ¡Menuda bronca me echaste! Y la del segundo, cuando salimos al Atazar y me reí de ti por traerte al trabajo “la cámara de tu abuelo”, nada menos que una Hasselblad que acariciabas como si fuera oro. En cada salida te iba señalando sitios donde yo veía una foto, y tú casi siempre negabas con la cabeza. Ibas con ventaja: te sabías cada carretera, cada curva, cada piedra de la sierra norte de Madrid; y tenías la mirada de un fotógrafo, que sabe dónde está la luz y es capaz de hacer un fotón en un sitio que al resto de los mortales nos parecía un rincón penoso.

En Motor16 los Robledo –seguro que ahora estás con Ángel- erais una institución. Todos te respetaban, pero sobre todo, te querían y te conocían. Conocían tu entusiasmo, tu profesionalidad, tus risas y también tus enfados “de niño pequeño”… te conocían porque eras transparente y te hacías querer.

Así te voy a recordar, de copi en el Berrueco, guiándome hacia un claro, buscando la luz y la curva mejor iluminada para llevar a la redacción un trabajo del que sentirte orgulloso”.

Fernando Carrión, Newspress/Boosters

“Hace unos años Pepe Robledo me mostraba unas fotos que había hecho otro Pepe, Aznar, hijo del inolvidable José Luis Aznar. Pepe Aznar estaba pasando una temporada en la redacción de Motor16 en Madrid ‘aprendiendo el oficio’ con Pepe Robledo y nuestro equipo de fotógrafos. “Se nota que le gustan los coches. Lo ha mamado”, me decía Pepe sobre las diapositivas que estaban sobre la mesa de luz.

Exactamente eso le pasaba a Pepe Robledo: que había mamado en casa el amor por los coches, las motos o en general todo lo que se moviera sobre ruedas. También había mamado el amor por la fotografía. Y el gusto por la meticulosidad, por buscar la perfección en cada detalle, en cada pasada para buscar el barrido perfecto, la curva con el mejor apoyo o la iluminación adecuada. Ese perfeccionismo le venía, sin duda, del gran Ángel Robledo, su padre. El entrañable Ángel era capaz de disfrutar alabando el mecanizado de un tornillo o de pasar horas limando una mínima imperfección en cualquier pieza hasta dejarla a su gusto.

Ese gusto por el mínimo detalle lo mamó Pepe. Y eso era lo que, de repente, le hacía saltar para defender a capa y espada el encuadre de una foto frente al jefe de diseño de la revista o frente a cualquiera. Creía en lo que hacía y lo defendía hasta el final. Tenía genio y carácter.

Esa pasión por su trabajo la han disfrutado durante muchos años los lectores de Motor16, en forma de reportajes gráficos que están entre los mejores que se han publicado en la prensa del automóvil. Y esa pasión suya también nos ha ayudado a todos los que trabajamos con él a pensar que todo, y siempre, se puede mejorar.

Además de todo esto, Pepe tenía otra cosa de la que no todo el mundo puede presumir: un gran corazón. No sé si esto se mama; pero él lo tenía.

Ese gran corazón es lo que ahora, seguramente más van a echar de menos en su casa, Rocío y Álvaro, su hijo. Pero estoy convencido de que Álvaro ha mamado en tan poco tiempo tantas cosas de Pepe que no se le van a olvidar nunca…

Un abrazo enorme para Rocío, para Álvaro y para toda la familia”.

Javier Montoya, Director de Motor16

“Coincidimos en muchas carreras y presentaciones y no recuerdo una queja ni un mal gesto, siempre una inmensa sonrisa, un chascarrillo, un comentario divertido y ganas de agradar. La pandemia nos ha quitado a un gran fotógrafo y un amigo, compañero inseparable de Rocio y padre ejemplar de Alvarito. Hoy estamos un poco más solos. Hasta siempre pepito”.

Ramiro Mansanet, Newspress/Boosters

Fuente: Newspress

Fotografías: Newspress

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