UNO DE LOS PRIMEROS CITROËN UTILIZADOS COMO SOPORTE ARTÍSTICO FUE EL B12, QUE, EN 1925, ROMPIÓ MOLDES CON LA TRAMA DE RECTÁNGULOS DE VIVOS COLORES CON LA QUE LE VISTIÓ SONIA DELAUNAY, UNA ARTISTA POLIFACÉTICA MADRE DEL “ORFISMO”
26.3.2022.- Los contactos entre Citroën y el mundo del arte han sido innumerables en la historia centenaria de la marca y se ha manifestado tanto en el diseño de los automóviles o la publicidad como en el uso de los distintos modelos del Doble Chevrón como lienzo para obras de todo tipo de estilos, desde el cubismo más abstracto hasta el arte urbano contemporáneo.
Con ejemplos recientes como el Citroën Ami decorado por la creadora Conxita Herrero, uno de los primeros Citroën utilizados como soporte artístico fue el Citroën B12, que, en 1925, rompió moldes con la trama de rectángulos de vivos colores con la que le vistió Sonia Delaunay, una artista polifacética madre del “Orfismo”.
Con vehículos que ha estado expuestos en museos de arte contemporáneo o que llevan la firma de diseñadores con un gran prestigio artístico, como Flaminio Bertoni, Citroën siempre ha tenido una visión artística del automóvil e invita a todas las personas a dejar su sello en sus vehículos a través de múltiples posibilidades de personalización.
Citroën siempre ha tenido una relación privilegiada con el arte y el diseño. El propio André Citroën confió la publicidad de sus automóviles y productos a diseñadores y artistas de vanguardia y llevó al límite la arquitectura del vidrio en sus puntos de venta gracias a nombres ilustres del Art-Déco como Albert Laprade. Con el transcurso de los años, creadores como el escultor Flaminio Bertoni, creador de mitos como los Citroën 2 CV, DS o Ami 6, diseñaron automóviles para la marca que acabaron expuestos en ferias de arte contemporáneo. Otros, en cambio, los utilizaron como soporte para sus obras, como el Citroën DS 19 para Pablo Picasso o, precisamente, el Citroën C4 Picasso para el vigués Suso Fandiño. Hace pocos meses, el objeto de movilidad Citroën Ami sirvió de lienzo para Conxita Herrero, una de las mayores promesas del cómic de vanguardia en España.
En 1925, los astros se alinearon para ofrecer dos grandes muestras de la simbiosis entre el Doble Chevrón y el arte. Aquel año, se celebraba en París un evento muy esperado: la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales Modernas. Una cita que atrajo a miles de visitantes a la capital francesa y que supuso el aplazamiento del Salón del Automóvil. Sin su gran escaparate, André Citroën buscó la manera de estar muy presente en aquella muestra. Había que dar relieve a su última creación: el Citroën B12, el primer automóvil europeo con una carrocería enteramente de acero.
Citroën se aseguró una presencia de primera fila en el certamen con una iniciativa audaz: utilizar la Torre Eiffel como gigantesco cartel luminoso. Una proeza técnica y artística para la que contó con la ayuda de Fernand Jacopozzi, una artista de vanguardia de la electricidad capaz de crear todo tipo de dibujos con bombillas. Un total de 250.000 se situaron en la estructura del icono parisino durante una década, creando un espectáculo nocturno inigualable durante la década siguiente.
Pero André Citroën no contaba con la artista de origen ucraniano Sonia Delaunay (1885-1979), que iba a crear un “caballo de Troya” basado en el Citroën B12 para causar sensación en el propio certamen. Para esta creadora polifacética, el arte no debe estar encerrado en un museo: debe formar parte de la vida diaria. Según sus propias palabras “la vida se llena de arte y el arte cobra vida”.
Con un estilo cubista basado en figuras geométricas de colores vivos que parecen tomar movimiento, Sonia Delaunay inició su andadura artística con un original edredón patchwork realizado en 1911 para arropar a su hijo. No sabemos si abrigaba, pero actualmente está expuesto en el Museo Nacional de Arte Moderno de París como pieza fundacional del Orfismo y del Simultaneísmo, una escuela artística que usaba el color para crear espacios y formas. Pronto, la creatividad de Sonia Delaunay salió de sus lienzos. Sus círculos y cuadrados coloristas invadieron tazas, platos y todo tipo de prendas, de vestidos a bañadores con los que liberó a las prendas femeninas de la sobriedad de aquellos tiempos para acentuar los movimientos del cuerpo. Estas inquietudes artísticas llevaron a Delaunay a ser la primera mujer que pudo ver su obra expuesta en el prestigioso Museo del Louvre.
Para la Exposición de Artes Decorativas de 1925, ideó una original trama de rectángulos en la que se alternaban el rojo, el blanco, el azul y el negro y que tuvo como primer destino una colección de moda. Sin embargo, sintió un latigazo de inspiración al ver un Citroën B12 y, ni corta ni perezosa, pintó su carrocería con el mismo motivo, haciendo del vehículo un complemento de moda a juego con las prendas de sus ocupantes. El automóvil pasaba de la monotonía cromática a ser un elemento en el que plasmar los gustos y la individualidad de cada persona.
Actualmente, esta filosofía está muy presente en la gama Citroën. La personalización es una de las grandes señas de identidad de la marca, con alternativas que permiten jugar con colores, atmósferas interiores o configuraciones hasta lograr un automóvil a la medida de cada persona. Así, el Citroën C3 Aircross permite combinaciones de color, que incluyen una paleta de 8 colores de carrocería, 4 tonos de techo para las versiones bitono y 4 Packs Color, que permiten crear contrastes muy personales en elementos como las barras de techo, las carcasas de los retrovisores, la luna de custodia, los cercos de los faros delanteros o el centro de las ruedas.
Fuente: Citroën
Fotografía: Citroën