- CLÁSICOS AL VOLANTE PRUEBA UNO DE LOS MODELOS MÁS REPRESENTATIVOS FABRICADOS POR BUICK EN LOS AÑOS 30 DEL SIGLO PASADO: UN BONITO SERIES 6O SPORTS COUPÉ
- EL GRAN MOTOR DE OCHO CILINDROS EN LÍNEA, DE MÁS DE CUATRO LITROS DE CILINDRADA, ES UN PRODIGIO DE ELASTICIDAD Y SUAVIDAD, LO QUE PERMITE UNA CONDUCCIÓN RELAJADA DEL GRAN BUICK
- TAL Y COMO CORRESPONDÍA A SU CATEGORÍA VA DOTADO DE UN CAMBIO DE MARCHAS SINCRONIZADO, UNA AGRADABLE DIRECCIÓN Y UNA CONFORTABLE SUSPENSIÓN
- A PESAR DEl GENEROSO TAMAÑO DE SU CARROCERÍA SÓLO OFRECE DOS PLAZAS, QUE SE PUEDEN SUPLEMENTAR RECURRIENDO AL “AHÍ TE PUDRAS” PREVISTO EN EL MALETERO
La marca Buick fue fundada por el escocés David Dunbar Buick, próspero empresario que hizo fortuna fabricando bañeras esmaltadas. En 1902, fundó la Buick Manufacturing Co., pero tras unos años de dificultades económicas, la empresa pasó al control de William Crapo Durant, quien trasladó la sede social a la localidad de Flint (Michigan). En 1908, Durant fundó la General Motors Co., siendo Buick una de las primeras marcas que integraron esta Corporación, junto con Cadillac, Oldsmobile y Oakland. Los coches fabricados por Buick pronto alcanzaron una merecida fama por su cuidado diseño y sus lujosos acabados, únicamente superados por los lujosos Cadillac.
La gama Buick de 1933
En 1933, cuando los EE.UU. empiezan a recuperarse de la Gran Depresión, Buick ofrece una amplia de modelos, caracterizada por emplear el moderno motor de ocho cilindros en línea presentado en 1931.
Siendo Presidente de Buick Harlow Herbert Curtice, los modelos que integraban la gama de 1933 eran los siguientes:
- Series 50, con un chásis de 119 pulgadas de batalla.
- Series 60, de 127 pulgadas de batalla.
- Series 80, de 130 pulgadas de batalla.
- Series 90, extralargo de 138 pulgadas.
Dentro de cada serie el fabricante ofrecía carrocerías para todos los gustos, desde coupés y convertibles de dos puertas, sedanes de cuatro puertas, limousinas de 7 plazas, etc.
Las diferencias técnicas entre las diferente series se encontraban, aparte de en la longitud del bastidor, en la cilindrada del motor, que iba desde las 230 hasta las 344 pulgadas cúbicas, y en la potencia desarrolladas por el mismo, que oscilaba entre los 86 y los 104 caballos.
La gama más económica, la Series 50 estaba a la venta desde los 995 $, cantidad que se incrementaba hasta los 2.055 $ que costaba la limousina de siete plazas de las Serie 90.
La producción de este año fue de 45.150 vehículos, incluyendo 1.774 bastidores y otros vehículos que fueron desinados a la exportación.
Los Buick Series 60
La gama Series 60, a la cual pertenece el Buick probado por Clásicos al Volante, comprendía las carrocerías Convertible Coupé, Phaeton, Sport Coupé, Victoria Coupé y Sedán de cuatro puertas.
Todos ellos iban equipado con un fantástico motor de ocho cilindros en línea y válvulas en cabeza, arquitectura no demasiado habitual en la historia del automóvil, que se caracteriza por ofrecer una importante cifra de caballos, supera el centenar, y una curva de par motor muy elástica que prácticamente permite circular siempre en directa, reduciendo al máximo el uso del cambio. Buick ofreció este tipo de mecánicas desde 1931 hasta 1953
Sin embargo, la estructura del bastidor era bastante convencional, al tratarse de un chasis formado por dos vigas de acero unidas por otras que forman una x en el centro. Sobre este chasis va atornillada la carrocería. Las ruedas de ambos ejes van fijadas al mismo mediante ejes rígidos. La suspensión descansa sobre ballestas semielípticas y amortiguadores hidráulicos.
La caja de cambios de tres velocidades sincronizadas transmite el par de giro a las ruedas traseras mediante un grupo trasero flotante.
El equipo de frenos se confiaba a cuatro tambores accionados por varillas y cables. A diferencia de los modelos de pocos años antes, las zapatas eran de expansión y van colocadas en el interior del tambor, proporcionando mayor seguridad especialmente cuando la calzada estaba mojada y se salpicaban las ruedas.
El Buick que ahora probamos va equipado con la carrocería Sport Coupé. Su precio de catálogo era de 1.270 $, y se fabricaron 1.000 unidades.
Este ejemplar era un viejo conocido nuestro, no en vano lo había visto muchas veces en el prestigioso taller donde había sido sometido a una profunda puesta a punto; allí pude examinar su mecánica así como los rincones más escondidos del chasis aprovechando que alguna vez estaba en sobre el elevador. Aun conociendo los coches americanos, y su filosofía en cuanto al equilibrio entre diseño, prestaciones, fiabilidad y robustez, me admiro de la gran calidad de estas mecánicas, pensadas para durar años y años sin problemas.
Ver el grosor de las vigas de acero del bastidor, las dimensiones de las ballestas (enfundadas para evitar que se ensucien), o el tamaño de los tambores de los frenos transmite una agradable sensación de seguridad y de calidad.
Al volante
El día que su Luis, su propietario y amigo de hace muchos años, me dijo que el coche ya estaba listo para sacarlo a la calle y empezar a rodarlo para efectuar los ajustes pertinentes para lograr su característico rodar fino y suave, no me lo pensé dos veces. Al día siguiente estaba en el taller, donde después de realizar unos ajustes en el carburador Marvel salimos a dar una vuelta.
Me gusta que el conductor tome el mando del vehículo antes que yo para espiar sus movimientos, recibir las pertinentes explicaciones sobre el gobierno del mismo y recrearme con las primeras sensaciones que percibo del mismo.
Mientras callejeamos un rato buscando un sitio donde hacer las fotos el dueño del coche me hace notar la gran elasticidad del gran motor de ocho cilindros, que permite circular en directa (la tercera marcha) en cualquier momento, incluso cuando se tiene que abordar un una rotonda o un ceda el paso ¡sin que el motor proteste ni retiemble! Como bien nos decía, es casi un cambio automático al hacer prácticamente innecesarias las reducciones de marcha.
Sin embargo, los frenos sí que exigen anticipar las maniobras, aunque al final detienen el vehículo correctamente. Tampoco lo ví peleando con la dirección, cosa que me sorprendió, al pensar que sería más dura de accionar.
Una vez escogido el sitio para hacer las fotos y hechas las mismas me pongo al volante. Al recorrer los primeros metros empiezo a coincidir con los comentarios que me ha hecho Luis antes: el motor es una delicia por su fuerza, elasticidad y suavidad de funcionamiento, típica de los motores con ocho cilindras en línea.
El cambio, gobernado por una desgarbada palanca que sobresale del piso cae bastante a mano, se acciona sin problemas y sin necesidad de practicar el doble embrague al estar las marchas sincronizadas. Como todos los coches americanos de la época la primera marcha se engrana colocando la palanca hacia la izquierda y desplazándola hacia atrás; la segunda, moviéndola hacia la derecha y empujando hacia delante; y la tercera (y directa) haciéndolo hacia atrás.
El embrague es suave y no hace falta aplicar una fuerza excesiva para accionarlo. Un práctico pedal permite que el pedal del embrague recupere por sí mismo la posición de reposo gracias al sistema «hazard control», o accionamiento automático del embrague operado por vacío del motor.
La dirección es sorprendentemente suave de funcionamiento, con lo cual callejear es relativamente sencillo; es razonablemente precisa y sólo hay que forzar el retorno del volante cuando se efectúan giros muy cerrados que exigen manotear más sobre el mismo.
La visibilidad puede que sea el aspecto menos conseguido, debido al tamaño y colocación de los espejos, tanto del interior como de los exteriores; la pequeña ventanilla trasera y los grandes montantes de la carrocería no favorecen la visibilidad lateral ni trasera.
Todos los mandos necesarios para conducir el Buick quedan a mano, empezando por un acelerador manual y el mando de las luces, colocados en la parte central del volante, junto con la bocina. El estárter y el botón de arranque se encuentran colocados en el salpicadero. Me llama la atención que la caña de la dirección lleva un bloqueo, accionado con una llave, que permite fijar la misma a modo de un práctico sistema para evitar robos.
Tras devolverle el volante a Luis ponemos rumbo a una zona residencial próxima para hacerle algunas fotos más al coche; en carretera abierta queda patente la viveza de reacciones del motor, no en vano el gran motor proporciona cerca de 100 caballos y un generoso par motor desde muy pocas revoluciones, por lo que destaca por su gran talante rutero.
El agradable sonido que llega del motor denota cuando se acelera con ganas que se trata de una mecánica potente. Su cómoda suspensión, confiada a ballestas y amortiguadores hidráulicos, permite circular con un elevado grado de confort y superar badenes y demás obstáculos casi sin inmutarse.
Las razonables prestaciones que puede alcanzar este gran Buick quedan un tanto limitadas por sus grandes neumáticos, de gran talón y reducida sección: cuando se les exige un mayor esfuerzo protestan con chirridos claramente audibles.
Equipamiento y vida a bordo
El coche es grande y bonito, muy bonito. Está pintado con unos elegantes, y discretos diría yo, tonos verdes, perfectamente combinados con el toque crema de las llantas y los neumáticos de banda blanca, que armonizan muy bien con los toques de lujo que le aportan la calandra, los tapacubos y los parachoques cromados, estrenados en la nueva gama del año 1933, año al que pertenece nuestro protagonista.
La gran longitud del capó del motor, disimulada con unas preciosas portillas de ventilación colocadas en las dos hojas del mismo, queda perfectamente escalada con el habitáculo, repartido entre la carrocería de dos puertas y la gran cola trasera, que aloja el maletero y un asiento suplementario de dos plazas alojado en su portón.
La batería de faros, los normales y un par de focos suplementarios, le dan al frontal del Buick un gran atractivo. La zaga está presidida por la rueda de recambio, protegida por una funda metálica pintada en el mismo color que la carrocería. Bordeando la misma están el parachoques trasero y los bonitos peldaños que facilitan el acceso a las plazas traseras cuando se habilita el maletero a tal efecto.
Las llantas a partir de este año dejaron de ser del tipo “artillería”, o con radios de madera, para pasar a ser íntegramente metálicas; también están pintadas en el tono de color de la carrocería.
Una vez en el interior del coche nos llama la atención que es más pequeño de lo que pensábamos al ver el gran tamaño del coche. Aun así, en el banco corrido, tapizado en paño, se pueden alojar dos personas corpulentas sin estrecheces. Entre la ventanilla trasera y el respaldo del asiento, hay una bandeja que permite dejar pequeños objetos.
La ventilación del habitáculo queda confiada a una trampilla que se puede abrir y cerrar desde el interior, colocada delante del capó del motor, que permite captar aire fresco. Las dos puertas llevan cristales descendientes, accionados por una manivela; y la ventanilla trasera también dispone de un mecanismo que permite subir y bajar el cristal y de una cortinilla. Los ocasionales pasajeros del “ahí te pudras” trasero no disponen de mayor protección contra las inclemencias metereológicas que la ropa de abrigo que puedan ponerse.
El salpicadero es de plancha y está pintado imitando madera veteada, ofrece al conductor una abundante información mediante un conjunto de relojes colocados enfrente de su campo visual: velocímetro (de diseño convencional), nivel de gasolina, temperatura, presión del aceite y carga de la batería. En la parte central del salpicadero hay un elegante cenicero retráctil, y enfrente del acompañante una guantera dotada de tapa. Sobre la misma hay empotrado un elegante reloj mecánico firmado por la misma Buick.
Ya de vuelta al garaje Luis y yo comentamos la gran virtud de Buick al fabricar un coche como este, ofreciendo una mecánica muy avanzada para la época, un variado catálogo de carrocerías y un excelente nivel de acabado, todo ello por un precio razonable en su época; además, su discreto aspecto permite circular sin llamar tanto la atención, al revés de lo que ocurre con otras marcas de corte más lujoso.
También coincidimos que comparado con lo que se fabricaba en Europa por estos años, por ejemplo SS en Inglaterra o Alfa Romeo en Italia, el coche americano parece algo tosco y rudo, pero hay que reconocer que cumplía a la perfección lo que se esperaba de él: ser capaz de recorrer grandes distancias por todo tipo de carreteras, ofreciendo un gran nivel de robustez y confort.
Ficha técnica
Motor
Número de cilindros: 8 cilindros en línea, válvulas en cabeza.
Cilindrada (cc.): 4.467
Potencia (CV): 97 a 3.200 rpm.
Relación de compresión: 4.63:1
Alimentación: Carburador de tiro ascendente Marvel, doble,con starter manual.
Encendido: Encendido por batería a 6 voltios.Distribuidor delco con platinos y avance centrífugo automático.
Chasis
De vigas de acero con refuerzo en forma de cruz.
Suspensión: mediantes ballestas semielípticas y amortiguadores hidráulicos en ambos ejes. Ejes rígidos delante y detrás.
Frenos: de tambores, con zapatas interiores, en las cuatro ruedas; accionamiento mecánico por cables y varillas.
Cambio: Embrague de doble disco en seco con accionamiento «Hazard Control», operado por vacío del motor. Caja de cambios de 3 velocidades sincronizadas.
Transmisión: a las ruedas traseras. Grupo trasero flotante.
Llantas: 17 pulgadas; Llantas de acero con radios metálicos.
Neumáticos: medidas 17 x 6,50.
Carrocería
Carrocero: Fisher.
Estilo: Sports Coupé .
Número de puertas: 2, con “ahí te pudras”.
Número de plazas: 4
Dimensiones y capacidades
Batalla (mm.): 3.225
Peso: 1.803 kgs.
Consumo medio: 18-25 litros/100 km.
Prestaciones
Velocidad máxima: en torno a los 130 km/h.
Producción
Del Buick Series 60 con carrocería Sports Coupé se fabricaron 1.000 unidades.
Presentación: 3 de diciembre de 1932. La producción de este año fue de 45.150 vehículos.
Precio: 1.270 dólares.
Agradecemos a Luis su amable colaboración para la elaboración del presente reportaje.
Texto y fotografías: Juan Inigo Ros.