- D. RAFAEL SEGURA TUDELA (VALENCIA 1920, VALENCIA 2001) FUE UN AUTOMOVILISTA INTEGRAL: MECÁNICO DE AUTOMÓVILES, PILOTO DE MOTOS, IMPULSOR DEL “MOTO CLUB VALENCIA”, FUNDADOR DE LA “COMISIÓN DE DE AUTOMÓVILES ANTIGUOS DEL REAL AUTOMÓVIL CLUB DE VALENCIA”, EXPERTO RESTAURADOR DE VEHÍCULOS ANTIGUOS Y SOBRE TODO ENTRAÑABLE AMIGO
- TRAS EL XLVI ANIVERSARIO DEL CLUB QUE FUNDÓ, DESDE CLÁSICOS AL VOLANTE QUEREMOS RENDIRLE UN HOMENAJE RECUPERANDO DE NUESTRO ARCHIVO UNA ENTREVISTA QUE NUESTRO EDITOR LE HIZO PARA LA REVISTA ASTURIANA «CLÁSICOS DEL MOTOR» EN JUNIO DE 2001
LA INFANCIA
Pregunta: ¿Donde y cuando nació?
Respuesta: “Yo nací en el año mil novecientos veinte en Valencia: éramos nueve hermanos, seis chicos y tres chicas, de los cuales yo era el pequeño. De todos ellos sólo quedo vivo yo”.
Pregunta: ¿Cuando empieza su relación con los automóviles?
Respuesta: “Somos una familia que hemos tenido un taller de reparación de automóviles toda la vida, por lo que me crié con los automóviles desde muy pequeño; he pasado toda la vida entre automóviles y de ahí, claro, esa afición mía. Recuerdo que siendo yo de pequeño, cuando pude llegar a los pedales, pero sin tener edad para el carnet ni nada, conducía o hacía maniobras por allí dentro del taller, o si íbamos a algún pueblecito cercano ya llevaba el coche yo. Me he criado en el automóvil. No sé cuando aprendí a conducir, sólo se que era pequeñito y ya me sentaba en los coches y jugaba.
Se puede decir que no fuí casi al colegio porque de pequeño ya estaba en el taller trabajando. Estuve estudiando hasta los quince años, fuí a un colegio donde aprendí un poco a leer y escribir y nada más; a partir de ahí me dediqué a la afición y al coche, lo que tenía que ser yo, porque no se pretendía ni que fuera abogado ni médico ni nada sino mecánico.
Recuerdo que mis hermanos me hicieron un cochecito, con llantas de madera maciza y neumáticos de goma, movido por un motor Jap de un cilindro; el cochecito durante algunos años lo conservó mi hermano mayor.
Tuve la primera bicicleta infantil de toda Valencia con las ruedas hinchables; siendo pequeño desfilé con ella antes de una carrera de motos disputada en una pista de ceniza con una bici…; recuerdo que vestía un jersey con el anagrama de la marca pintado, un gallo”.
Pregunta: ¿Qué tipo de vehículos se reparaban en el taller de su familia?
Respuesta: “En el año veintinueve en Valencia ya habían talleres que hoy no existen porque murieron, igual que casas de repuestos muy antiguas. Por el taller pasaban los coches que habían, porque hubo una guerra que deshizo todo: pasaron Packards de ocho cilindros, después de eso no los quería nadie, nadie pagaría catorce millones por ellos como se pagan hoy, ni tres mil pesetas; acababan en los desguaces… Al igual que ahora hay desguaces antes igual. Si se compraba un Packard antiguo se le hacía nueva la carrocería: para ello se aprovechaba el radiador, la punta de chasis, el motor, el cambio de marchas, donde va el salpicadero, y de ahí para atrás toda la carrocería era nueva. En otras ocasiones se le hacían cuatro patas al chasis y al cambio de marchas le acoplábamos una polea para proporcionar energía a las fábricas, en las que no había luz y como entonces habían embarrados con cada polea se accionaba una máquina, no como ahora en la que cada máquina lleva su motor. Esto lo hicimos con Hispano-Suizas, Packard e incluso con Rolls Royce; recuerdo haber hecho para una fábrica de hilaturas, una fábrica de muebles… Un crimen.
En el taller nuestro motos no se reparaban, sólo coches. Sin embargo mis hermanos y yo le teníamos afición a la moto: yo tenía tres o cuatro, y mi hermano igual. Las arreglábamos, corríamos con ellas, pero de profesión era mecánico de automóviles. Prueba de ello es que luego monté un Club de Automóviles Antiguos porque la mecánica de coches era mi oficio”.
LOS AÑOS DE JUVENTUD: LA GUERRA CIVIL
Pregunta: ¿Cómo vivió la Guerra Civil?
Respuesta: “Siendo yo un chaval llamaron a mi quinta, conocida como “la Quinta del Biberón”, a la guerra cuando no tenía edad reglamentaria, éramos unos chavales de diecisiete años; como mano de obra de mecánicos no había, y yo era mecánico no llegué a ir al frente; al igual que mis hermanos éramos los reyes porque sabíamos de mecánica. Tenía en plena guerra una moto para mi propio uso, con las siglas PMM, Parque Móvil del Ministerio, en la matrícula.
Como bombardeaban Madrid, donde estaba el parque móvil de los ministerios, con unos talleres fantásticos, todos los coches militares, ministeriales los trasladaron a Valencia: montaron los talleres, dependientes del Parque Central de Automóviles, en unos solares donde unos años más tarde se celebrarían las Ferias de Muestras, en el actual Paseo de la Alameda. En toda la zona de levante para reparar todas las averías y vuelcos que se producían tenían que recurrir a gente que casi no sabía conducir, de modo que les enseñaban allí y les daban el carnet militar. Los garages estaban llenos de coches aparcados para reparar: Dodge, Plymouth, algún Packard, Chrysler y muchos Ford de ocho cilindros.
Después de la guerra volví al taller, que nos habían requisado. Sin embargo, ese tiempo no me valió, tuve que hacer la mili otra vez. Pero por influencias me declararon inútil total, y a casa.Total, estuve dos meses”.
Pregunta: ¿Qué nos puede contar del tráfico y de la circulación de aquéllos años?
Respuesta: “Para obtener el carnet de conducir se aprendían las cuatro señales, así como ir marcha atrás y marcha adelante. Me lo saqué, en mil novecientos cuarenta canjeando el carnet militar que ya tenía. Tengo el carnet sesenta y un años. A los veintiseis años ya estaba cansado de ir en coche, en moto, por carretera y por todo.
Entonces no había ni direcciones prohibidas ni semáforos, no había guardias urbanos; podías dejarte un coche con las puertas abiertas; yo tenía un Ford ocho caballitos y llegaba, entraba por la calle y lo aparcaba debajo de casa tal cual.
En los años posteriores a la Guerra Civil las motos de hasta ciento veinticinco centímetros cúbicos no hacía falta matricularlas. Luego salió una orden que dijo que las de ciento veinticinco había que matricularlas pero con la plaquita de la Federación Motociclista Española, FME.
Estaba prohibido circular, no daban gasolina. Llegó una época en la que los sábados al mediodía no podía circular ningún vehículo si no iban con gasógeno. En el taller le instalamos a una moto Harley Davidson con sidecar un sistema de gasógeno, montado en su parte trasera. Se lo pusimos porque estaba prohibido circular con gasolina. No había ninguna moto a gasógeno más que la mía, era la única que circulaba.
Yo ponía la moto en marcha con gasolina, aceleraba y luego le daba a un mando para abrir una trampilla que llevaba detrás, un agujero, donde había carbón, metías un algodón o unos papeles encendidos, abría, chupaba y se encendía el carbón. Cuando estaba encendido el carbón cerraba la gasolina y empezaba a funcionar el gasógeno. Pero entonces vino lo prohibido: si yo salía en la moto y medían si llevaba gasolina, entonces el problema era el encendido. Con un aparato similar al que se empleaba en las fraguas para aspirar, colocado en los bajos y accionado a mano aspiraba para encender, y cuando tenía mucho gas, en marcha. Llevaba un pequeño portaequipajes con dos saquitos de carbón. También llevaba dos calderitas que eran los filtros. En casa también hacíamos gasógenos para los taxis que teníamos en casa y para otros coches.
Hace unos años, leyendo una revista de Madrid en la que le atribuían a un sujeto de la Línea, que también corría en motos, era muy amigo de John Greece, la autoría del sistema, cuando yo fui el autor, él me copió a mí”.
LOS AÑOS DURANTE LOS QUE CORRIÓ COMO PILOTO
Pregunta: ¿Cuándo empieza a vincularse con el mundo de las motos?
Respuesta: “Me crie entre coches, pero tenía afición a la moto: las arreglaba y cuando pude llevarlas tuve varias motocicletas; era un gran aficionado a la motocicleta”.
Pregunta: ¿Cómo nace el Moto Club Valencia?
Respuesta: “Después de la Guerra, en el año mil novecientos cuarenta, nos reuníamos unos cuantos amigos que salíamos de excursión en la moto. Un buen día dije “vamos a fundar un Club” y se fundó, el “Moto Club Valencia”, en mil novecientos cuarenta, del cual fui socio fundador”.
Pregunta: ¿Qué actividades organizaba el Moto Club Valencia?
Respuesta: “Al principio organizábamos excursiones con los amigos; éramos unos cien socios, porque el Moto Club funcionaba, pero no todos participaban: se venía a alguna excursión, en grupos de seis o siete; después vinieron las carreras de regularidad, hasta que ya empezamos a montar carreras en el Paseo de La Alameda de Valencia, carreras incluso internacionales”.
Pregunta: ¿Qué tipo de pruebas se celebraban?
Respuesta: “Se hacían carreras de velocidad, del kilómetro lanzado, de habilidad. En las pruebas de regularidad independiente a cada participante se le daba la salida a intervalos de dos minutos del siguiente: salíamos desde la puerta del Ayuntamiento, te marcaban un recorrido y unos horarios. Te daban una hoja con los pueblos por donde tenías que pasar, con los horarios, que mi hermano y yo pegábamos en el depósito. Mi hermano Alejandro, que era una lumbrera, metía dentro de un cajetín en el que habíamos hecho una escotadura un carrete de papel con todos estos datos y lo íbamos desenrrollando para leerlo a través de la escotadura. Me llevé una sorpresa cuando no hace unos años, en Barcelona, una revista hablaba de este sistema”.
Pregunta: ¿Por donde corrían?
Respuesta: “Éramos cuatro locos y lo que hacíamos no tenía el valor que hoy tienen las carreras de motos. En el Moto Club veíamos las dificultades que teníamos con los circuitos: hacia el año mil novecientos cuarenta y ocho hicimos una carrera social en la localidad de Venta Cabrera pidiendo un circuito y logramos era que nos aperaltaran las curvas del terreno ovalado donde hasta en ese momento corríamos. En los años mil novecientos veintinueve y treinta ya se hacían carreras de motos, entre las localidades valencianas de Monserrat-Venta Cabrera, con un recorrido de once kilómetros.
Valencia llegó a ser la número uno por el número de carreras, eliminamos a Barcelona: empezamos corriendo en Valencia por el Paseo de La Alameda y llegamos a correr por el Paseo de Valencia al Mar, ahora Blasco Ibáñez; también se hizo una carrera donde estaba el Mercado de Abastos…
También celebramos carreras en todos los pueblos y ciudades de las provincias próximas: Alcoy, Alicante, Alzira, Carcagente, Castellón, Gandía, Játiva, Onteniente, etc. También competí en Palma de Mallorca, en Madrid, en el Paseo de El Retiro… Todo lo organizábamos nosotros: el Presidente de la Federación de Motociclismo era muy amigo del Capitán General, Rios Capapé, por lo que hacíamos lo que queríamos, como cortar el Paseo de La Alameda… La genta iba a verlo.”
Pregunta: ¿Cuál era el equipamiento de la moto y del piloto para las carreras?
Respuesta: “Corríamos de un modo independiente, sin patrocinio de nadie. Talleres dedicados a la motocicleta habían pocos, dos o tres, y todos por afición.
A la moto le poníamos lo mejor que podíamos tener aquí: aquí no había nada, por ello desde Gibraltar suministraban de contrabando a toda España. No teníamos prácticamente de nada porque no se podían importar piezas ni recambios; casi todo el material era de chatarra. Cuando ya se organizaron carreras los corredores internacionales que venían, como John Grace, nos traían material que aquí no había, como cadenas, bujías, aceite Castrol, etc. Con el tiempo Pirelli y Michelín empezaron a fabricar.
Todos los pilotos, recuerdo a Ernesto Vidal, John Grace, Paco González, éramos amigos, llevábamos motos de paseo, unos se la preparaban mejor y otros peor: no había salido ni Bultaco ni Montesa ni nada, luego ya empezaron a salir y a traer alguna moto de importación, se organizaban carreras. Las de menor cilindrada que competían eran de dos y medio, y luego cuando empezó a salir el material español de ciento veinticinco.
Paco González llevaba un cacharro de moto. Fue un buen corredor. Tuvo la suerte que cuando empezó a correr, mira que llevaba trastos, hizo amistad con John Grace y lo introdujo y le trajo una Norton International, una BSA Gold Star, y empezó a subir como la espuma. Era bueno
Recuerdo que tuve un casco francés que me regaló un corredor de carreras de dirt-track (pista de ceniza). Tuve algunos porrazos sin importancia, pero de romperme brazos o piernas nunca. Corríamos con el chaquetón, las botas, el casco y poco más. En las pruebas de regularidad hasta llevábamos la bomba de hinchar”.
Íbamos por carretera a cada carrera, con la moto con la que íbamos a correr o alquilábamos un camioncete, que en aquellos tiempos eran unos trastos, poníamos tres o cuatro motos, llegábamos allí a la madrugada, y para preparar dábamos una vuelta al circuito y luego a la carrera a correr. No podíamos ir dos o tres días antes, llegabas por la noche y al día siguiente a correr”.
Pregunta: ¿Con qué motos corrió?
Respuesta: “Tenía una moto, una BSA de dos y medio y me la preparaba: el historial es muy largo. Si tuviera que contarte lo que le hacía a la moto sería una cosa larga, porque yo le hice horquilla telescópica, suspensión trasera, el motor me lo preparé, era de goteo de engrase y le hice engrase circulatorio, rompí las aletas del cilindro y fundí un tocho de aluminio; al cambio le hice una palanquita para poder cambiar con el pie.
Tuve dos motos iguales, de carreras y turismo, todo carenado, original una Francis Barnet, equipadas con motor Villiers. Las dos únicas que habían en España las tenía yo porque las pagué en aquellos tiempos. Hablé con la casa Villiers y pude averiguar que sólo habían dos en España.
También tuve una Rudge, que pinté y cromé: era para tenerla ahora en el comedor de casa, todo con llantas cromadas, pero sin suspensión detrás ni delante. La historia de esta moto es la siguiente: John Grace un día me dijo: “Segura, tengo una moto en Gibraltar fantástica, una Rudge Dos y Medio de carreras, una purasangre. Hay una solución: yo tengo que ir a Barcelona: cuando venga de Barcelona te vienes conmigo y yo te pasaré a Gibraltar y la vés”. Total, que así lo hicimos: llegamos a Gibraltar, me metió dentro del maletero.Ví la moto y me quedé impresionado, ver aquella purasangre…
También corrí con un velomotor con un motor JLO alemán de cincuenta centímetros cúbicos, importados por la casa “Exclusivas Amutio”; hicieron un cuadro y quisieron que corriera yo y gané algunas carreras con ellas. Esto sí que era una joya.
Yo corría en dos y medio, antes de que aparecieran las Derbi. Cuando me retiré habían varias motos Ducson en esta región ganando las carreras. Se corría en todos los pueblos.”.
Pregunta: ¿Qué relación tuvieron Vd. y su hermano con la casa Derbi?
Respuesta: “Mi hermano Alejandro, ya fallecido, fue representante de Derbi. Fue el primer representante de Derbi para toda la Región, como se llamaba antes; así como ahora hay en todos los pueblecitos, él era en general.
Cuando tenían un problemón gordo en Derbi, con algún modelo, lo llamaban a él. Mi hermano también competía y recuerdo que una vez le dijo a D. Simeón: “¿Vd. quiera que Derbi gane el Campeonato Regional de este año”? ”Hombre, claro” respondió. Y mandó dos motos. Y corrimos el campeonato regional en Játiva. Recuerdo que competía con una Harley antigua en las carreras de La Alameda, en las carreras de regularidad delante de Capitanía.
En varias carreras corrí con una Derbi que me mandó a mí y otra para un empleado de mi hermano: yo quedé primero y él segundo. En el libro “Derbi” viene un historial muy bonito, va todo, desde la fabricación de bicicletas hasta las motos, va todo, y van todas las carreras y todos los palmarés de Derbi; estoy muy orgulloso de salir ahí.
Mi hermano Alejandro tiene la medalla de oro de Derbi, otorgada por D. Simeón Rabassa. Lo llevaba a su casa particular y muchas veces me invitaron a comer con ellos”.
Pregunta: ¿Cómo llevaba su familia su afición al motociclismo?
Respuesta: “Al mismo tiempo que corría estaba en el taller trabajando. Mis hermanos me consentían todo, en particular mi hermano Alejandro, quien también estaba muy relacionado con las motos; era una lumbrera”.
Pregunta: ¿Nunca compitió con automóviles?
Respuesta: “Mi afición eran las motos, pero mi oficio es el automóvil, era mecánico de automóviles, y claro a mí también me gustaban los coches. Los reparaba, los usaba y les tenía afición también. Lo que pasa es que no practicaba: no podía competir con un coche porque ni había coches para correr ni nada; sólo corrí en coche una carrera o dos”.
LOS AUTOMÓVILES ANTIGUOS
Pregunta: ¿En qué momento empieza a relacionarse con los aficionados a los automóviles antiguos?
Respuesta: “En el año cincuenta y ocho me retiré de la competición, y en el sesenta y uno ya no tenía motos; seguí vinculado al “Moto Club Valencia”, porque en el año sesenta y seis me hicieron vocal. Lo mío son, y me gustan los coches antiguos.
Cuando corría tenía unos amigos en Madrid, que también corrían en moto, y que empezaban a coleccionar coches antiguos: eran los del “Veteran Car Club de España”. Uno de ellos, Roberto Coll, que como a mí le gustaban las motos, se aficionó también a los coches antiguos, ya me comentaba cosas como: “Oye Segura, mira, ves búscame a ver si en Valencia hay algún coche antiguo”, u “Oye, pues ves a ver si me encuentras alguna cubierta y tal”, a lo que y yo le respondía “Yo te veré si hay algo”.
Con el tiempo conseguí dos coches antiguos y en un garaje que tenía los guardaba y arreglaba. Un buen día vino un un señor que me comento: “Yo tengo un cochecito antiguo que fue de mi padre ” a lo que yo le respondí: “Te lo arreglaré”, con lo cual lo tenía todos los días allí, y luego otro y otro; así empezó la afición entre gente que tenía afición a los coches antiguos, pero que no tenía coches antiguos.
El “Veteran Car Club de España” se fundó en mil novecientos sesenta y dos; en el año mil novecientos sesenta y cuatro me hacen delegado en Valencia: me pedían que les averiguara si había de esto, de lo otro. También me decían: “Oye, vamos a pasar por Valencia, ves a ver, habla con el Ayuntamiento para aparcar”.
Así entro en contacto con ellos, ya vienen a Valencia en un rally, vienen cuatro o cinco coches al garaje mío para guardarlos. Entonces el Presidente era Nicolás Franco, sobrino de Francisco Franco.
Esa delegación era por amistad, pero yo no hacía nada, yo me dediqué a lo mío, y si querían algún favor, si me decían: “Segura, me hace falta una culata” pues yo les decía: “Yo te lo veré”, fue un nombramiento de un delegado por decir algo”.
Pregunta: ¿Cuando se funda la Comisión de Automóviles Antiguos del Real Automóvil Club de Valencia?
Respuesta: “Y así la cosa se cogió, éramos un grupito; nos juntamos cinco o seis amigos que tenían coche: los coches eran casi normales, que entonces eran antiguos, pero que ya dejaban de funcionar. Pensamos en hacer una peña, un club, cosa que les pareció bien.
Dada la situación teníamos que ir a un bar para reunirmos y yo les dije que tenía una solución: “Yo soy socio del Real Automóvil Club y voy a hablar con Pepe Serratosa”. Este señor entonces era el Presidente del Real Automóvil Club de Valencia. Me enteré qué días iba por allí porque el gerente, D. Mario Martín, me dijo: “Segura, la mejor hora es a las ocho los martes”. Así que fuí a verle: le saludé, porque él me conocía de correr en moto y le dije: “Vamos a constituir un club de coches antiguos en Valencia, y que claro, no podemos ir a reunirnos a cualquier sitio. Por eso he pensado que lo mismo que existe la Sección de Rallys, puede existir una Comisión de Coches Antiguos en Valencia”. Él, que ya había oído que existía un grupo de aficionados a los coches antiguos, me respondió: “Eso está hecho ya, D. Mario, tómate nota. Conforme a todo yo convocaré a estos amigos a una Junta y nos reuniremos”. Así, el quince de marzo de mil novecientos sesenta y seis nos reunimos allí en el Club, donde se acordó que fuera yo el Presidente y Vicepresidente Pepe Serratosa.
El Club se fundó con seis socios. De ellos queda Sinibaldo (Sini) Pascual (fotografía de la izquierda: Sinibaldo Pascual, Miguel Antequera y Rafael Segura); hay otros que como estaban el día de la Junta se les nombró y constan, pero que no tenían coche ni venían por el Club ni nada y también algunos que se compraron un coche y porque había que pagar una inscripción no vinieron, unos rácanos. Otros se murieron. En aquélla época el Secretario era Paco Pons, entusiasta de los coches que tenía un Citroën Cinco Caballos; también fué Guillermo Contat, pero después vendió el coche y no volvió al Club ni nada. Poco a poco fue viniendo gente, aficionados que tenían coches.
Contábamos con diez o quince coches: la Papelería Vila tenía tenía un Ford T carrozado como camioneta, que tenía trabajando aún; también contábamos con un coche de bomberos, con un Benz que trabajaba en el puerto de Valencia y con varios camiones: Benz, Egryll, Reno (de ruedas macizas), y así con varios coches más que estaban rodando y que no eran de esos años.
Cuando ya tenemos el Club fundado, nos planteamos organizar algo y se piensa en hacer la primera concentración de coches antiguos en Valencia. Nos juntamos más de quince coches: hicimos un recorrido por la capital, fuimos a un puerto, donde les invité de mi bolsillo a una cerveza, dimos una vuelta por dentro de Valencia, fuimos a la Plaza del Ayuntamiento, y esa fue la primera concentración de automóviles antiguos.
Aparte de la Ronda Fallera organizamos un Rally a Cullera, fue el primer Rally cronometrado Valencia-Cullera, poca cosa debido a los pocos participante, aunque vino gente de Castellón y Alicante. La ganó un Fiat de mil novecientos diez, de un alemán. Hicimos programas y todo. Luego fuimos a participar en el Rally Barcelona-Sitges, en el Rallye Madrid-Benidorm, y también hacíamos excursiones: cada año hacíamos tres o cuatro excursiones de tres o cuatro días, aprovechando puentes.
En el Club tenemos Sección de Motos Antiguas, a cuyo frente está como delegado el Sr. Jordán, gran aficionado a las motos, tiene una buena colección de modelos Bultaco. Hicimos un rally al que vinieron cinco o seis motos. A la Ronda Fallera también vienen motos.
La afición al coche clásico es un mundo aparte: hace años montamos una sección de coches clásicos, que ya han hecho varias pruebas de clásicos deportivos, muy buenas”.
Pregunta: ¿Qué nos puede contar de la Ronda Fallera de Coches de L´Antigor?
Respuesta: “Teníamos un socio, A. Andrés, propietario de un pequeño Austin, cuyo tío pertenecía a la Junta Central Fallera: un día me dijo: “Mi tío me ha dicho de ir en Fallas a por las falleras y darles una vuelta por Valencia”, eso le daría nombre porque ya éramos bastantes coches de modo que dije que muy bien: fuimos y hablamos con la Junta Central Fallera de modo que unos días antes de Fallas acudíamos a la Plaza del Ayuntamiento para recoger a las falleras, subían a los coches con nosotros y hacíamos un recorrido que nosotros, el club, llamábamos “la Ruta del Escombro”: resulta que nos íbamos a Torrente, Aldaya, Quart de Poblet, Manises, y para pasar a Burjassot había que ir por la huerta por unos descampados llenos de escombros, y desde ahí a Valencia. En todos los pueblos nos recibía el Ayuntamiento, nos daban obsequios, algunos nos preparaban unas mesas con cacahuetes, y eso poco a poco fue a más y más. Luego se alargó un día, Sweppes patrocinaba todo los rallys, nos pagaba la gasolina y las comidas, y todo.
Las relaciones con la Junta Central Fallera se pusieron mal porque en una reunión les dije: “A mí no me haceís falta para nada, porque si habeís intervenido alguna vez no os ha costado dinero del bolsillo, porque cuando vienen las falleras a una comida detrás de las falleras van unos “enganchaos” que para qué. Y vosotros no soltaís un duro”, y así se lo dije. “Hombre, es que el presupuesto de las fallas no da para más” me dijeron, de modo que cortamos y continuó la Ronda Fallera. Aun así mandamos una carta a la Fallera Mayor para que venga a darnos la salida, pero ya no vienen con nosotros. Por eso se llama Ronda Fallera de Coches de L´Antigor”.
Pregunta: ¿Qué motos y coches han pasado por sus manos?
Respuesta: “Por mis manos han pasado todo tipo de motos y coches: para repasar, para reparar motores, para deshacerles todo y empezar todo como si fuera nuevo. De motos recuerdo, entre muchas, una Cleveland de mi novecientos diez y una BSA, de esa que llamaban la “Chocolatera”, con el cambio, de dos marchas, en el depósito. Y de coches, un Citroën Cinco Caballos, Fiat, Ford T y un Rolls Royce Twenty (fotografía de la izquierda). Ahora no tengo coches; motos, hace años sí. Yo tuve varios coches pero fuí vendiéndolos, unas joyas. ¡Cómo los llevaba, y andaban!
Recuerdo que un día me llamó Pepe Serratosa, que además de tener afición a los coches representaba varias marcas y corría en pruebas de velocidad y rallys, y me dijo: “Segura, a ver si me consigues un coche antiguo, hombre” y yo le dije que sí, que tenía localizado uno pero que había que ir con un talón en blanco, respondiéndome que por eso no me preocupara; así que fuimos a Muro de Alcoy donde había un Minerva de mil novecientos catorce. Los dueños no se lo querían vender a nadie, pero al final él se lo llevó. Este coche se expone cada año en la feria “Motor Epoca”.
Pregunta: ¿Qué relación tiene hoy con el mundo del coche antiguo?
Respuesta: “Actualmente soy el Presidente Honorario de la Comisión de Automóviles Antiguos del Real Automóvil Club de Valencia y trabajo en el mantenimiento y conservación de los coches y motos de las colecciones de mis amigos Julián Corell y Pepe Tomás Boix de Valencia. Participo en la Ronda Fallera y en las salidas que últimamente hemos hecho con los clásicos deportivos. He disfrutado del Club y de los automóviles antiguos” (fotografía de la derecha: homenaje que el CAAV le rindió a José Tomás Boix en diciembre del año 2000; de izquierda a derecha, Miguel Antequera, José Tomás y Rafael Segura).
Texto: Juan Inigo Ros.
Fotografías: Juan Inigo Ros y Archivo D. Rafael Segura Tudela.