- LA COMISIÓN DE CULTURA DE FEVA PRESENTARÁ COMO CANDIDATO ESPAÑOL AL HALL OF THE FAME DE LA FIVA A EDUARDO BARRIEROS
- RECORDEMOS QUE LA PRESENCIA ESPAÑOLA EN ESTE SALÓN FUE INAUGURADA, EL AÑO PASADO, POR DAMIÁN MATEU, ARTÍFICE Y FUNDADOR DE LA HISPANO-SUIZA
21.12.2023.- La trascendencia de Eduardo Barreiros en la historia del automovilismo nacional es conocida por la mayor parte de los aficionados, y su alcance llega hasta nuestros días. Ejemplo de empresario hecho a sí mismo, supo construir un imperio desde sus orígenes como humilde mecánico en su pueblo natal de Orense. Estuvo vinculado desde niño a los vehículos industriales, dado que su padre logró la concesión para explotar una línea de autobuses cuando Eduardo tenía siete años. Este negocio prosperó y creció, mientras Eduardo aprendía de modo autodidacta la mecánica suficiente para realizar el mantenimiento de los autobuses de la empresa familiar.
Tras la Guerra Civil comenzó un precario negocio recuperando vehículos maltratados, que reconstruía y vendía. En 1945 vendió la línea de autobuses de su padre y fundó BECONSA, una empresa de obras públicas cuya mayor parte de maquinaria diseñó y creó Eduardo Barreiros. Para 1949 comenzó a adquirir viejos camiones soviéticos «3HC» procedentes de la Guerra Civil, y transformar sus motores de gasolina a diesel. Si bien su destino original era la propia BECONSA, este trabajo suscitó rápidamente peticiones que Barreiros supo aprovechar para iniciar un próspero negocio.
Esta actividad creció rápidamente, de modo que Barreiros se trasladó a Madrid, y allí creó una empresa filial para producir las bombas de combustible que necesitaba para las transformaciones. Entre 1952 y 1953 realizó 700 conversiones de motores, y también diseñó y patentó el primer motor Barreiros diesel.
Para producir en serie este motor fundó en 1954 Barreiros Diesel, S.A. A estas alturas tenía tres grandes talleres en los que continuaba las conversiones de gasolina a diesel, la última en Villaverde, pensada para acoger la producción de los nuevos EB-6. Los problemas para Barreiros surgieron de la Administración, especialmente del INI, entonces en manos del gallego Juan Antonio Suanzes, ferozmente estatalista y opuesto frontalmente a la producción automotriz privada. Mientras lograba las licencias para producir vehículos logró vender motores en grandes cantidades, tanto para automóviles como para camiones. Primero obtuvo los permisos para producir camiones – los famosos Azor y Super Azor y posteriormente firmó un contrato con Hanomag para la manufactura de tractores. En 1962, finalmente, empezó a fabricar bajo licencia los Dodge Dart y Simca 1000, gracias a un acuerdo con la norteamericana Chrysler.
El crecimiento exponencial de Barreiros Diesel, que llegó a los 25.000 empleados exigió constantes aportaciones de capital, una financiación que Eduardo Barreiros no fue capaz de reunir. Para salvar su empresa se vio obligado a venderla en 1967 a Chrysler, su socio americano, venta en la que se comprometió a no trabajar en la industria automovilista durante cinco años. Inició así una etapa diferente, en la que invirtió el enorme capital recibido por sus acciones en fincas, bodegas y otros activos. Unas inversiones que resultaron poco rentables.
Mantuvo, a pesar de todo, un laboratorio en el que continuó investigando y desarrollando las mecánicas diesel. En 1980 fundó una nueva empresa dedicada a los productores diesel, desarrollando y patentando en poco tiempo tres nuevos modelos. Tras diferentes avatares, llegó a un acuerdo con el Gobierno de Cuba para producir en la isla los motores «Taino», además de contribuir decisivamente a la modernización mecánica del país. En estas estaba cuando le sobrevino la muerte, en La Habana, en febrero de 1992.
Eduardo Barreiros es el prototipo del emprendedor automovilístico español, un empresario «contra» la administración, que a pesar de las trabas burocráticas fue capaz de levantar un imperio y contribuir decisivamente al sector del transporte, a la mecanización del campo y a la modernización del parque automovilista español. Su aventura personal no terminó bien, pero su legado perdura, puesto que de la fábrica que él puso en Villaverde continúan saliendo automóviles. Una vez más cabe recordar aquello de «Que gran vasallo si tuviera buen señor». Es por ello que desde FEVA consideramos importante salvaguardar su ejemplo, con un lugar de privilegio entre las grandes personalidades del mundo del motor en el mundo.
Fuente: FEVA
Fotografía: Fundación Eduardo Barreiros