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21 de octubre de 2014.- La Asociación Española de Clásicos Deportivos, gracias al trabajo de su socio Mariano Antón, organizó una excursión a Trujillo del 3 al 5 de octubre. La bella ciudad extremeña es siempre un buen reclamo para sacar los coches a relucir y ponerlos a prueba. Los coches se fueron concentrando el viernes en el Hotel NH Palacio de Santa Marta, enclavado en un noble y céntrico edificio del siglo XVI, el de las Casas de Bejarano,  desde el cual era fácil salir a explorar la ciudad y tomar algo con los amigos.

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A primera hora de la mañana del sábado, la veintena de coches quedaron perfectamente aparcados en la plaza de Trujillo, haciendo compañía a la imponente estatua de Francisco Pizarro. Allí iban a quedar durante toda la mañana para disfrute de los vecinos y turistas que no paraban de hacer fotos. Mientras tanto, todo el grupo nos dirigimos al Ayuntamiento, donde fuimos recibidos por la autoridad municipal. Desde allí, acompañados por un guía, iniciamos un recorrido por Trujillo, visitando los principales monumentos de su historia; Plaza Mayor, Iglesia de San Martín, Puerta de la Vera Cruz, Museo de Pizarro, la Alcazaba, el Aljibe, etc. Un recorrido que sirve para comprobar la grandiosidad de Trujillo, donde dejamos muchísimo sin ver y dejado para otra ocasión.

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A la vuelta, la plaza estaba repleta de gente admirando los coches; Entre ellos un precioso Alfa Montreal (fotografía de cabecera), un Jaguar Mark10 en estado absolutamente perfecto que perteneció a los reyes Balduino y Fabiola, un XK 140 muy auténtico, etc. A final de la mañana, los coches se pusieron en marcha, dirección a la bodega Las Tres Granadas  a unos 17 kilómetros dirección a Guadalupe.  La bodega está en un lugar espectacular, un edificio y entorno muy señorial que nos sorprendió a todos. Visitamos la bodega explicada por su enóloga, antes  de iniciar una cata muy interesante y didáctica, tras la cual nos esperaba un gran almuerzo.

Nos hizo un tiempo perfecto y los coches se portaron bien, sin problemas. Trujillo y su historia sigue sorprendiendo, incluso si ya lo conoces.  Encontrarse con los amigos es un motivo de satisfacción. Los más de 500 kilómetros que hicimos yendo  y volviendo de Trujillo merecieron la pena y para clásicos es un destino con el que siempre se acierta.

Texto y fotografías: Juan Jordano

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