EN EL ENCUENTRO DE LOS SOCIOS ESPAÑOLES DE ROLLS ROYCE ENTHUSIATS CLUB PARTICIPARON 23 PERSONAS Y NUEVE VEHÍCULOS, DESDE UN 25/30 DE 1937 HASTA UN BENTAYGA HÍBRIDO  DE 2020

1 de abril de 2020.- El pasado día 29 de febrero, aprovechando el día extra que 2020 nos ofrecía, un nada arriesgado grupo de Socios y Amigos de la Sección Española del RREC nos fuimos de excursión.

El riesgo era muy bajo porque el programa era bueno, los coches mejores y la concurrencia excelente.

De esta forma nos reunimos muy de mañana cerca de Guadalajara, compareciendo todos los asistentes con una puntualidad digna de resaltar. Frío intenso a esa hora, pero cálido encuentro con los amigos llegados de Murcia y Córdoba además de la fiel parroquia de la zona Centro.

Nueve autos, desde un Rolls-Royce 25/30 de 1937 hasta un Bentley Bentayga híbrido (¡) de 2020, y 23 personas formamos la expedición que no tuvo el menor incidente mecánico durante toda la jornada.

La carretera de Guadalajara a Cuenca, y principalmente hasta Sacedón, es una clásica entre las mejores para casi cualquier tipo de vehículo: precioso paisaje, buen firme y estupendo trazado.

Bien es cierto que, por las mismas incompresibles razones que un descendiente de W.O. es híbrido, el primitivo trazado de la citada N 320 ha sido “mejorado” evitando algunas curvas y suavizando otras. Por ejemplo, desviando a los no advertidos conductores de la subida de Tendilla y algún otro revirado sector más. Nosotros, advertidos volantistas, sí fuimos por Tendilla y lo disfrutamos bien.

La excursión era al Museo de Bolarque, y allí nos presentamos con un ligero adelanto sobre el horario previsto, tan grande es la destreza de nuestros conductores por las sinuosas carreteras alcarreñas.

El complejo hidroeléctrico y poblado de Bolarque data de 1910 y en su Museo se recoge la evolución de todo ello hasta nuestros días con un enorme fondo documental, de maquinaria ligera y pesada y de imágenes e ilustraciones. Interesantísimo desde muchos puntos de vista: industrial, social, energético… Además, la visita no se limita al Museo pues también se asciende a la presa y está muy bien organizada, con personal ameno y de amplios conocimientos. Las más de dos horas que permanecimos allí se nos hicieron cortas y a todos nos resultó del mayor provecho.

Terminada la visita nos desplazamos nuevamente por estupenda carretera hasta Zorita de los Canes, dejando a nuestra izquierda el espectacular Castillo de Anguix, que podría ser objeto de una futura excursión.

En Zorita, teníamos reservado estacionamiento para los autos, mesa y sustento (por este orden) en otro sitio peculiar. Se trata de un restaurante erigido sobre un pilar de un antiguo puente sobre el río Tajo. Preciosa vista, muy rico condumio (¡ah, qué alcachofas!) y los coches vigilados. Y por si eso fuera poco, el rumboso Secretario repartió llaveros del Club entre todos los conductores, quienes distribuyeron su entusiasmo entre las ya mencionadas alcachofas y la apreciación del inesperado presente.

El regreso a Madrid se realizó, como cabía esperar de tan intrépido grupo, por la alternativa más larga y con más curvas, vía Pastrana sin que, como ya se ha señalado, se registrara el menor incidente mecánico, llegando todos los participantes a sus bases sin novedad.

Otro buen día.

Fuente: Pedro Moriyón Díez-Canedo

Fotografías: Pedro Moriyón Díez-Canedo

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