• ESTE CAPÍTULO DE LA ‘GUÍA PEUGEOT DEL COCHE ELECTRIFICADO’ ABORDA LOS PUNTOS CLAVE DE CÓMO SE CONDUCE UN COCHE
  • ELÉCTRICO
  • AUNQUE LOS ASPECTOS BÁSICOS DE LA CONDUCCIÓN SON SIMILARES A LOS DE UN AUTOMÓVIL CONVENCIONAL, HAY MUCHAS DIFERENCIAS QUE CONVIERTEN A LOS NUEVOS PEUGEOT ELÉCTRICOS, EL E-208 Y EL E-2008, EN ALGO COMPLETAMENTE DIFERENTE

14.4.2020.- Muchas personas se están planteando adquirir un coche eléctrico, pero como sucede con cualquier novedad tecnológica, dar el paso suscita dudas. Este capítulo de la ‘Guía Peugeot del coche electrificado’ se centra en la conducción de un automóvil eléctrico: ¿es tan diferente a la de un modelo convencional con motor de combustión?

En los aspectos básicos de la conducción no hay grandes diferencias, pero sí muchos matices que hacen que la experiencia se convierta en algo muy diferente. La mayoría de los usuarios que prueban un eléctrico salen del coche con una sonrisa en la boca. Y es que la tecnología eléctrica ofrece una versatilidad y ventajas que consigue poner de acuerdo a todo tipo de conductores, desde los más deportivos, a los que buscan el confort y la suavidad de marcha.

  1. Silencio y ausencia de vibraciones

Es lo primero que llama la atención a todo el que lo prueba. Estamos tan acostumbrados a la sonoridad y vibraciones que provoca un motor de combustión –que, al fin y al cabo, funciona por la explosión controlada de combustible- que desplazarse en calma y silencio nos traslada a otra dimensión en la conducción.

La definición de confort gana muchos enteros en un coche eléctrico, sencillamente por la ausencia de ruido y vibraciones. Justamente por este motivo, Peugeot se ha esforzado en desarrollar mejores aislamientos, para que al volante de un Peugeot e-208 o e-2008, ni el ruido aerodinámico, ni la pisada del neumático enturbien la calma.

  1. Una conducción suave y fluida

La inmensa mayoría de los coches eléctricos no tienen caja de cambios ni embrague: no la necesitan por la forma en la que el motor entrega su empuje. Esto hace que para el usuario, y más para quien haya conducido un coche con cambio automático, todo sea más fácil; solo hay que centrarse en dos pedales: acelerador y freno.

Como con un coche que cambia de marcha de forma automática, este funcionamiento resulta mucho más cómodo, sobre todo en ciudad o circulando en tráfico denso, con constantes cambios de velocidad. Pero el eléctrico aporta un plus: todo es más fluido porque no hay tirones ni la más mínima variación de empuje entre marchas.

Además, el no tener caja de cambios ni embrague reduce el coste de mantenimiento y aumenta la fiabilidad, al eliminar dos componentes que sufren desgaste.

  1. Un empuje sorprendente

Otra de las grandes sorpresas de los eléctricos es la gran sensación de empuje que transmiten. Toda la potencia está disponible desde el primer instante, en cuanto pisamos el acelerador. Una de las labores de los ingenieros ha sido dosificar esa entrega de fuerza y el conductor ha de acostumbrarse a la inmediatez de la respuesta. Si queremos disfrutar de prestaciones puras, el coche eléctrico nos va a sorprender, pero si queremos alargar la autonomía y contener el gasto de energía, debemos dosificar el acelerador o dejar que la tecnología trabaje por nosotros, seleccionando un modo de conducción que prime la suavidad y el bajo consumo energético.

  1. Muchos coches en uno

Un motor eléctrico es mucho más modulable que uno de combustión y puede ofrecer caracteres diferentes, desde el más deportivo al más sosegado.

El Peugeot e-208 y el e-2008 ofrecen tres modos de conducción, Eco, Normal y Sport, que nos permiten disfrutar de diferentes personalidades y ayudan a sacar el mejor partido posible a su motor y batería. El primero prioriza diferentes elementos para conseguir el mínimo gasto de energía y optimizar la autonomía. El intermedio busca el equilibrio y el confort óptimo para un uso diario. El modo Sport da prioridad a las prestaciones y sensaciones. Por ejemplo, este modo convierte al Peugeot e-208 en todo un GTi, capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en solo 8,1 segundos y transmitiendo la característica diversión al volante de los deportivos de Peugeot.

  1. ¿Frenar con el acelerador?

Los coches eléctricos incorporan un sistema de recuperación de energía. De esta forma, parte de la energía que se libera en la frenada por el rozamiento se recupera y canaliza a las baterías. De igual forma, la retención del motor eléctrico hace la misma función. Estos sistemas son tan efectivos que un buen conductor de vehículo eléctrico que sepa anticipar los momentos de recuperación de energía será capaz de ampliar su rango de autonomía y economizar el gasto energético.

Ambos, el Peugeot e-208 y el e-2008 disponen de dos modos de frenado y retención, que se seleccionan a través de la palanca de cambios. El moderado ofrece unas sensaciones cercanas a la de un vehículo térmico. El aumentado ofrece una gran deceleración al levantar el pedal del acelerador para recuperar más energía. Esto hace posible que el conductor no tenga la necesidad de recurrir a los frenos en deceleraciones normales, lo que también implica un ahorro en el mantenimiento de los frenos.

  1. Un comportamiento más neutro

Los coches eléctricos pesan más que sus equivalentes de combustión por la masa de las baterías; pero al ir instaladas en el suelo del coche, tienen un centro de gravedad muy bajo. Además, al no disponer de un pesado motor sobre el eje delantero, el reparto de pesos entre ejes está muy equilibrado.

Para el conductor esto se traduce en una mayor seguridad, con una gran nobleza de reacciones, un carácter neutro al tomar las curvas y una gran sensación de aplomo a cualquier velocidad.

  1. Te lleva a una conducción más sostenible y amable

Por su modo suave, fluido y silencioso de funcionamiento; y por sus características de autonomía, tiempo e infraestructura de recarga, los coches eléctricos nos “empujan” a realizar una conducción más eficiente. Esta es una de las bendiciones adicionales a la ecología que han aportado, y es que la gran mayoría de los usuarios adoptan costumbres de conducción mucho más ecológicas, civilizadas y amables.

  1. La autonomía

La forma en la que conducimos un eléctrico afecta a su autonomía. Esto también sucede, en menor medida, con un automóvil de combustión; que tiene a su favor una mayor red de puntos de repostaje y un menor tiempo para llenar su depósito.

Los primeros eléctricos generaban el fenómeno de la “ansiedad por la autonomía” por su bajo alcance, pero el Peugeot e-208 ofrece 340 kilómetros de autonomía y el e-2008 alcanza los 310 kilómetros (ambos WLTP). Esta gran distancia hace que no sea necesario recargarlo, ni mucho menos, a diario. De hecho, esta autonomía cubre las necesidades semanales de la mayoría de los usuarios (según datos del INE, los automovilistas recorren en España una media de 240 km semanales).

Eso sí, hay que realizar una planificación a la hora de realizar un viaje o si vamos a realizar mucho kilometraje lejos de nuestro punto de recarga habitual. La infraestructura de puntos de carga públicos sigue creciendo a un ritmo acelerado (ya hay más de 225.000 en Europa). Las claves para utilizarlos es poder localizar los puntos cercanos y poder pagar la recarga en ellos. Peugeot facilita ambas tareas con la app ChargeMyCar de Free2MovemServices, que localiza los puntos de carga disponibles y compatibles con tu vehículo, te guía hacia ellos, organiza itinerarios y hace un seguimiento de tu consumo; ya sea desde un smartphone o en la pantalla del coche. Este servicio también ofrece una tarjeta de pago única y una solución de acceso universal para recargar tu coche eléctrico en la mayor red europea de puntos de carga (actualmente, más de 130.000 en Europa). Además, la App MyPeugeot permite consultar a distancia la carga disponible y a continuación localizar los puntos de recarga en nuestro camino.

Fuente: Peugeot

Fotografía: Peugeot

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