COLMENAR DE OREJA: UN DESTINO MUY RECOMENDABLE, ALGO DESCONOCIDO Y MUY CERCA DE MADRID
26 de marzo de 2014.- A veces, uno no entiende por qué tenemos ante nuestras narices verdaderas joyas apenas valoradas. Esto es lo que podemos decir desde la Asociación Española de Clásicos Deportivos y del Club TR Register de España sobre Colmenar de Oreja. A poco más de 52 Kms. de Madrid, Colmenar es una joya de pueblo castellano, con unos 2.200 años de historia desde la decisiva batalla del Tajo librada por Aníbal Barca contra los pueblos ibéricos, vaceos, carpetanos y olcades, pasando por los asentamientos romanos de Scipión y Aurelio, los castros de Aureliae y Apis Aureliae de los que deriva el nombre de la ciudad. A pesar de haber sido una de las tres ciudades más importantes de Madrid a lo largo de la historia, quizás estar a menos de 5 kms. de la bella Chinchón, la ha mantenido algo oculta en los últimos tiempos. Pero podemos asegurar que nadie se va a arrepentir de hacer una visita tranquila y sosegada para disfrutar de todo lo que puede ofrecer Colmenar, declarada recientemente bien de interés cultural.
Como primera salida tras un invierno tan desapacible, el pasado 22 de marzo, nos reunimos 30 unidades de coches clásicos bastante interesantes, que ya en le explanada del Santiago Bernabeu causaron sensación. Se hizo un recorrido corto, pero sinuoso, que nos permitió estirar el recorrido hasta los 77 kms., a veces por carreteras de otros tiempos, de esas para las que fueron hechos nuestros coches, a través de San Martín de la Vega, Morata de Tajuña y Valdelaguna. Fue un inicio de mañana algo lluvioso, pero a medio día ya se podía descapotar.
La Plaza Mayor de Colmenar es recogida, coqueta y de puras líneas castellanas. De esas que, con 30 coches clásicos aparcados en su centro, luce a las mil maravillas, tanto la plaza como los coches. El Ayuntamiento organiza unas visitas guiadas a lo mejor del pueblo. Depende del tiempo que usted tenga, pues Colmenar tiene mucho que enseñar. Debido a nuestro programa, tuvimos que elegir: Plaza Mayor, el curioso arco de Zacatín bajo la misma plaza, la imponente iglesia de Santa María la Mayor, el increíble teatro Diéguez que con su tramoya de madera te traslada a otros tiempos, alguna de sus antiguas bodegas donde degustar y comprar unos vinos blancos exquisitos llenos de personalidad, pero sobre todo, el museo del pintor Ulpiano Checa (1860-1916). Señores, no se puede comprender como los españoles apenas conocemos la obra inmensa de este artista colmenarete. Su obra sobrecoge de tal manera, que uno no puede comprender como los españoles no lo tenemos a la altura de los más grandes entre los grandes. ¿Por qué este desconocimiento? El museo es sencillamente maravilloso y se puede asegurar que no dejó a nadie indiferente. Es como esa buena película, que recomiendas con pasión al amigo, pero que no quieres revelar su desenlace para no estropear la sorpresa.
Tampoco dejó indiferente Colmenar de Oreja a los 60 participantes en la salida. Todos prometimos volver, pues se nos quedó mucho por rematar: Ver las fuentes, el Pósito, las Ermitas y entre ellas la del Cristo del Humilladero, el convento de la Encarnación, tomar las gambas al ajillo con un vermut en Casa Castillo, unas patatas chulas, unas puches, unas pozas o una carne al desarreglo en Casa Pua, o traerse un típico queso de Ciriaco, por decir un ejemplo. Se nos hizo tarde para el almuerzo, pero mereció la pena.
Los 30 coches enfilamos camino del valle del Tajuña, a la finca Peña del Agua, donde nos esperaba un servicio de catering. Camino fácil, aunque algunos se despistaran y hubiera que salir a rescatarlos. Pero al final, se pudo disfrutar entre amigos, en un entorno de jardín romántico maravilloso típico de las villas burguesas campestres de inicios del siglo pasado.
A pesar del invierno, los coches mostraron su robustez y buen mantenimiento. Nadie reportó problemas, al menos ninguno que no se pudiera subsanar con un poco de cinta americana. Como resumen, puede decirse que la gente disfrutó y que Colmenar de Oreja es un destino para ponerlo en la agenda. Un destino más que recomendable.
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Texto y fotografías: Juan Jordano
