UN DESGUACE VALLISOLETANO ACOGE UN MUSEO CON MÁS DE 100 AUTOMÓVILES CLÁSICOS
En estos lugares a veces, podemos encontrar coches de lo más variopinto, pero tras las puertas de éste se escondía una colección de más de 100 automóviles clásicos.
Mi aventura comenzaba en la Comunidad Autónoma de Castilla y León, en la vieja ciudad de Valladolid, donde pude ser testigo de una parte viviente de la historia del automóvil. Me habían hablado de un desguace situado al este de la localidad donde se guardaban algunos coches antiguos.
Estaba impaciente, acudía con la esperanza de encontrarme con algo especial pero lo que iba a ver superaría con creces mis expectativas. Con esa sensación ponía rumbo al desguace, situado a las afueras de la ciudad. A los pocos minutos de camino, el paisaje cambiaba drásticamente, dejaba atrás las catedrales, las iglesias y los edificios de la ciudad. Circulaba ahora por una solitaria carretera rodeada de extensos campos y de grandes almacenes. Tras unos minutos de viaje llegaba a mi destino, el Desguace Reto, se extendía por un amplio un descampado y en su interior se levantaba una inmensa nave.
Nada más llegar, la vista se me fue hacia unos coches que se encontraban expuestos cerca de la entrada principal. Con un golpe de vista, antes de introducirme en el desguace, pude ver un Volvo 544, un Morris 1100, un Triumph y varios Seat 600, la jornada prometía.
El desguace
Atravesé sus puertas y allí me esperaba el hombre que me enseñaría el lugar, Vicente Corbacho, encargado del mantenimiento de los coches clásicos.
Entramos en la nave, y tras dar un paseo por la zona donde se despiezaban los vehículos, salimos al desguace. Allí descansaban cientos de coches. Muy pronto se hicieron patentes la nostalgia y la tristeza, pues allí abandonados y oxidándose a la intemperie, vi dos Porsche, un 928 y un 924, había también un 2cv, un Seat 127 entre otros. En la pared, cortado por la mitad y clavado a 5 metros de altura, un BMW 735i. Además dentro del desguace había un Pallas, convertido en mostrador, estaba cortado por la mitad y se le había eliminado la parte central y juntado los dos extremos, sus funciones ahora eran las de un tablero. Era una verdadera pena la suerte que habían corrido estos coches, podrían haber sido recuperados por alguien, pero ya era tarde.
Seguimos caminando por el desguace y nos acercamos al grupo de coches que habían llamado mi atención al llegar, estaban separados del resto.
Estos sí estaban bien conservados. Llamaban mi atención un precioso Mercedes 500 SLC, un Seat 128, un camión Barreiros, el Triumph que ya había visto a lo lejos, había más, los fotografié todos.
En el interior del museo
Tras peinar el desguace de arriba abajo, había llegado la hora de ir hacia el museo aunque ya había visto varios automóviles clásicos.
Vicente me llevó a la parte trasera de la nave, y tras abrir una pequeña puerta, que parecía estar atascada tras dar unos pequeños golpes, me invitó a pasar. Me quedé literalmente boquiabierto. ¡Ese es un Renault de los años 30! ¡Ese un Fiat 500! ¡Y ese un Jaguar Mark I! ¡Y allí un Panhard! Los coches estaban colocados uno tras otro hasta el fondo de la nave, delante de mí cerca de 100 coches, no sabía por dónde empezar.
Sinceramente esperaba encontrarme con algún clásico interesante pero no con tantos y menos aún encontrarme con joyas tan inusuales.
Empezamos a ojearlos uno a uno, primero un Fiat 500, impecable por dentro y por fuera. A su lado, un pequeño Gogomóvil T250, un coche fabricado en los años 57 y 58 en el País Vasco, del que se llegaron a fabricar sólo 3200 unidades, no pude resistir la tentación de subirme a este pequeño trozo de historia.
Tras un rato en el interior, de un diseño simple y sencillo, salí y me puse con el siguiente coche, era un pequeño Autobianchi, también en perfecto estado, las labores de restauración de estos coches debían de haber sido bastantes laboriosas.
Había más y más coches, un Citröen C-8 familiar , un Ford Taunus 12 M, una furgoneta Peugeot 203 del año 48, un espectacular Jaguar Mark I, un Renault Vivaquatre Berline, un Borgward Isabella Hansa 1500, un precioso Caravelle y así una larga lista. Mi cámara de fotos dejó constancia de todos ellos.
Tras unas horas allí dentro, analizando los coches uno a uno llegaba la hora de irse, Vicente apagó las luces y salimos, allí quedaban bien guardadas muchas de las grandes creaciones de las cuatro ruedas. Era un lugar atemporal, que nos trasladaba a diferentes épocas de nuestra historia.
La última sorpresa
Estaba realmente impresionado pero cuando pensaba que ya lo había visto todo, Vicente me comentaba que afuera tenían varios coches americanos. ¿Más coches todavía?, me preguntaba.
Esto era fantástico, salimos y nos dirigimos a la parte izquierda de la nave. Allí, bajo un largo techo y colocados en fila se encontraban al menos 20 coches clásicos americanos y algún europeo. Un viejo Chevrolet, un Opel Rekord 2.0, un precioso Buick Riviera y muchos más, volví a sacar mi cámara para fotografiarlos coches.
Ahora sí, era la hora de que me fuera a casa, me despedí de Vicente, de quien tengo que decir que se mostró muy amable durante mi visita, enseñándome uno a uno todos los coches y compartiendo sus conocimientos conmigo en todo momento.
Cogí mi coche e inicié el trayecto a casa, aún estaba impresionado, tenía la sensación de que había visto algo especial, algo diferente. Había visto coches fabricados en muchos lugares, construidos en épocas muy distantes. Coches que vieron la luz en mundo muy diferente al de ahora, cada uno tenía su biografía y algunos, más que automóviles, eran pedazos de historia. Sin duda había sido una experiencia maravillosa y como apasionado de los coches, sabía lo que significaba.
Más Información:
http://www.desguaceretovalladolid.com/
Se agradecen las atenciones prestadas por el personal de Desguace Reto, en particular por Vicente Corbacho, para poder realizar este reportaje.
Texto y fotografías: Iván Gutiérrez Rodríguez.